lunes, 21 de mayo de 2012

LA GUERRA FRÍA Y LA CARRERA ARMAMENTÍSTICA: LA BOMBA TSAR

Uno de los aspectos más característicos de la Guerra Fría fue la vertiginosa carrera armamentística que emprendieron EEUU y la URSS, y que llevó, entre otras cosas, al desarrollo del armamento nuclear y la capacidad, por tanto, de aniquilar por completo toda vida humana del planeta. Compitiendo por ver quién diseñaba y construía el dispositivo más destructivo, en 1961 los soviéticos crearon la que se considera la bomba nuclear más potente jamás creada por el hombre y a la que dieron el nombre de Tsar ("emperador" en ruso). La Tsar, llamada también en clave "Iván", es una bomba de Hidrógeno de tres etapas que tenía en principio una potencia nominal de 100 megatones, o lo que es lo mismo, el equivalente a la explosión de 100.000.000 millones de toneladas de TNT. Los propios rusos quedaron asustados del poder destructivo que tenían entre manos (equivalía a 3800 veces la energía liberada en Hiroshima y Nagasaki) y no se atrevieron a detonarla con su potencia original, pues ello hubiera supuesto dañar la atmósfera terrestre de manera irreversible, sin contar los inmensos daños producidos en la superficie terrestre del punto de impacto. 
           Por tan evidentes razones se decidió prudentemente probarla a la mitad de su potencia (50 Mt). La bomba en sí era tan grande (8 m. de largo por 2 m. de ancho y 27 tn de peso) que resultó ser poco práctica, de manera que nunca llegó a estar en servicio y sirvió únicamente de eficaz propaganda en la carrera armamentística que enfrentaba a la URSS con EEUU. El 31 de Octubre de 1961 un bombardero Tu-95 especialmente modificado para transportar semejante carga y protegerse de los efectos de la detonación, lanzó la Tsar en el polígono militar de Nueva Tsembla, en el Océano Glacial Ártico.
      

Los efectos de la explosión sorprendieron a los propios científicos. La Tsar genero una presión en el punto de impacto de 211.000 kg/m2, una energía lumínica que permitió ver la detonación a 1000 km de distancia; una energía sónica que arrasó estructuras de madera a 100 km y rompió cristales a 900; y una energía térmica que generó una temperatura de millones de grados en la zona de detonación y que provocó quemaduras de tercer grado (las más graves) a personas situadas a 100 km del polígono de tiro. El típico hongo que generan este tipo de explosiones se elevó 64.000 metros en la atmósfera antes de estabilizarse y se pudo filmar cómo la onda de choque dio la vuelta a la tierra tres veces. Cuando un equipo de científicos llegó a la zona pudieron comprobar cómo el paisaje era poco menos que surrealista: rocas y estructuras se habían fundido entre sí formando una superficie plana de 25 km2.




Afortunadamente, jamás se volvió a construir algo semejante, pues ambos bandos comprendieron que con armamento así no sólo se destruiría al enemigo, sino al planeta entero (recordad el concepto de Destrucción Mutua Asegurada), por lo que las bombas convencionales son considerablemente menos potentes, aunque no por ello menos destructivas, y si no, comprobadlo en este vídeo propagandístico filmado en plena Guerra Fría


No hay comentarios:

Publicar un comentario